miércoles, 2 de mayo de 2012




La conducta antisocial como característica frecuente en niños que viven en orfanatorios.

 Por. Jazmin R. Teliz

Los niños que crecen en orfanatorios presentan una característica relevante en su comportamiento: “la mala conducta”, así lo mencionan algunos cuidadores, maestros y visitantes que asisten a orfanatorios (Dorado, 1990). Entendemos por “mala conducta” a todas aquellas manifestaciones por parte del niño hacia los demás que no son aceptadas por la normativa social o moral, como el no obedecer las órdenes, discutir sin argumentos válidos por alguna situación que no les parezca,  golpear a sus compañeros o incluso a los adultos, utilizar vocabulario altisonante, constante rompimiento de las reglas, involucrarse en peleas o provocarlas, mentir, lastimar, entre las más relevantes. Este conjunto de características mencionadas las englobamos como conducta antisocial puesto que el libro DSM-IV (Diagnostic and statistical manual of mental disorders) maneja como trastorno disocial de la personalidad a aquellos niños que  presentan las siguientes características: comportamiento agresivo que causa daño físico o amenaza con él a otras personas o animales, comportamiento no agresivo que causa pérdidas o daños a la propiedad, fraudes o robos  y violaciones graves de las normas. Las cuales encajan como “mala conducta”, siendo este un trastorno y no solo un mal comportamiento, es necesario evaluar, canalizar  y atender estos casos.

Los niños que viven en orfanatorios han crecido en ambientes muy diferentes a los esperados o conocidos por la sociedad; por lo tanto su realidad cambia en el momento que los sucesos fuera de su control y la naturaleza de las consecuencias, agravan sus necesidades básicas, y estas mismas al no ser satisfechas o adecuadas provocan síntomas emocionales que se ven reflejados en su comportamiento, por lo mismo éste es distinto al esperado.

Aun así viven una constante lucha por encajar en la sociedad, realizando lo que las instituciones les piden como las escuelas, centros religiosos y la misma institución donde se encuentran lo cual les causa conflictos internos, ya que al no cumplir con las expectativas que les piden y al no saber expresar sus emociones o quizá llegar a entender lo que les sucede, lo manifiestan a través de su comportamiento, puesto que la expresión de emociones en los niños generalmente es a través de una manera conductual/expresivo como bien lo menciona Mariano Choliz, en su tesis “psicología de la emoción”(2005), en acuerdo con la teoría de Lang (1968).

Para poder entender el comportamiento de cada uno de ellos, habrá que conocer  primeramente lo que a este ser humano le ha acontecido ya que los casos son muy variables y la situación de cada pequeño es distinta a la de cualquier otra persona, por ejemplo,  los casos no solo son de orfandad por muerte de los padres, hay aquellos casos en donde los niños son ubicados en orfanatorios debido a la irresponsabilidad de los padres, como asuntos de drogadicción en uno o ambos padres por lo tanto no pueden hacerse cargo de los menores e incurren en delitos, abuso sexual por familiares, explotación infantil, enfermedades mentales, abandono en el hospital, abandonos debido a la economía, abandono por rechazo al menor, abuso físico hacia los menores. Como ejemplo en el orfanatorio Emmanuel existe un caso donde incluso no se tienen los datos de los padres, ya que los niños fueron encontrados en un hotel uno con 4 años y otro con 5 años de edad, no contaban con ningún documento y presentaron características de niños maltratados, y lo que ellos mencionan es que si tenían padres pero se iban a trabajar y a veces ellos se cocinaban, por lo tanto se deduce que no recibieron las necesidades básicas como afecto, protección, cuidado, alimento, entre otras. Otro caso del Orfanatorio Emmanuel es de 3 menores con 5, 7 y 10 años de edad, que cuentan con padres, sin embargo sufrieron descuidos por parte de ellos a partir de la separación de los mismos, y vivieron con su madre un tiempo, la cual presenta discapacidades mentales, lo cual afectó considerablemente a sus hijos abandonándolos en dos ocasiones, siendo negligente al no darles estudios, alimentos adecuados y maltrato físico por 2 años, además de presenciar violencia domestica y alcoholismo del padre antes de la separación. Existen también algunos casos de abuso sexual, por ejemplo el de una menor que fue abusada por parte de su padrastro. Estos casos mencionados son solo un ejemplo de la vida que pueden tener los menores que ahora se encuentran en orfanatorios, de esta manera considerando todos los factores externos que influyen en su desarrollo básico, y las deficiencias, negligencias y eventos traumáticos que los marcan, ¿qué conducta se espera de ellos?.
Como lo menciona García-Baamonde (2008) en su tesis sobre el análisis de la adaptación en niños institucionalizados de acogida:  “…la escasa integración de los menores puede ser indicativa de la despreocupación por las demandas sociales y de las dificultades con las normas escolares (por despreocupación, más que por indisciplina o por conductas delictivas). Los menores siguen sus propias necesidades y deseos y se muestran descuidados respecto a las reglas sociales”. De esta manera, se observa que su conducta dependerá en cada uno de ellos.
De acuerdo a la teoría del apego de Bowlby (1951), estos niños presentaran deficiencias en su conducta debido a las experiencias de vida que su ambiente les ha producido, por ejemplo el desapego emocional de la madre, ya que como seres vivientes buscamos el contacto físico de este lazo; incluso en investigaciones con monos han descubierto que buscan el apego materno, no solo para satisfacer las necesidades de alimento sino por la seguridad, calor y protección que les brindan. Con este ejemplo de instinto en los monos podemos inferir que como seres humanos necesitamos también este afecto, más allá de solo satisfacer nuestras necesidades de supervivencia. Los niños al no contar con este apoyo emocional y vínculo materno, desarrollaran una conducta de acuerdo al ambiente presentado ante ellos, por lo tanto si han crecido en un constante rechazo podrán desarrollar conductas hostiles ante los lazos de afecto que puedan surgir.
Ante esta situación y aun así se espera de ellos que se integren a una sociedad con reglas y cumplan las expectativas que la misma sociedad les pide. Sin embargo se debe entender primeramente el ambiente por individual que han experimentado, en segundo lugar se les debe brindar apoyo especializado para un mejor desarrollo emocional, y por tercero otorgarles la confianza y seguridad que no han vivido.










Referencias:
American Psychiatric Association (1994). Diagnóstic and statistical manual of mental disorders(4a. ed.). Washington,DC, EE. UU.

Choliz, Mariano (2005): Psicología de la emoción: el proceso emocional. Universidad de Valencia.

Dorado Primo, J.A. (1990).  Privación psicosocial en niños de orfelinato, (1990), RAEN, 10 (35), 507-525.
García-Baamonde Sánchez, María Elena. (2008). Análisis de la competencia lingüística y de la adaptación personal, social, escolar y familiar en niños institucionalizados en centros de acogida. Tesis doctoral, Universidad de Extremadura, España.
Tejero Martin, Ana Belen. (2003). Teoría del Apego: evolución histórica y enfoque actual. De http://psicologialatina.com/?q=apego

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